Caminemos por nuestros territorios

 UN POCO DE HISTORIA
Este relato es concebido a través de la presentación de diferentes revisiones bibliográficas, alternado con la historia de Ciudad Bolívar contada por un habitante, Pedro Cañón, quien narra sus propias vivencias, las de su familia, amigos y personas de la comunidad con quienes ha compartido su vida, y consultando, además, la historia de vida barrial realizada por los estudiantes de la facultad de enfermería de la Universidad Nacional.
En la expansión urbanística de Bogotá, la tendencia de crecimiento hacia las cabeceras de municipios ubicados al sur de la ciudad es fuerte; Ciudad Bolívar es un claro ejemplo de ello.
Los primeros barrios marginales producto del traspaso veredal al territorio distrital fueron: La Despensa, Meissen, San Francisco, Ismael Perdomo, Buenos Aires, Lucero Bajo, La María, Los Molinos, Cruz Roja (hoy Barranquillita), y San José" (Escobar et al., 1990: 291); no existía comunicación entre estos barrios debido a que tenían diferentes vías de acceso corno la autopista Sur, las lomas de San Carlos y de San Benito.

"Vendían lotes muy baratos y sin servicios públicos, comprados generalmente por personas que venían de diferentes partes del campo acosadas por la violencia que se generó en los años cincuenta; estos conservaron (necesariamente) muchas de las características veredales de sus lugares de origen; estaban acostumbrados a alumbrarse a punta de vela y a salir a hacer sus necesidades detrás de una piedra, lo importante era que ya tenían dónde meter la cabeza y en este lugar encontraron paz y armonía, aunque con dificultades".

Para ilustrar mejor lo que ha sido el proceso de apropiación de la tierra por los habitantes de Ciudad Bolívar, donde las reglas de legalización no cumplieron función alguna ni mayor al deseo de sus pobladores de defender el terreno logrado.

"Una de las propiedades de mayor extensión, la hacienda La María, fue parcelada ilegalmente y negociada por comisionistas pagados por los dueños del lote, que utilizaban las emisoras radiales para publicitar y difundir las ventas; algún dirigente urbanizó Gibraltar; otro organizó una cooperativa de vivienda para el barrio Domingo Laín; Alberto Chaparro, artesano que fabrica espejos y repara automóviles para revenderlos, se ocupó del "sector Chaparral" en el barrio Naciones Unidas; Pedro Gómez Barrero, un magnate de la construcción privada, organizó la fundación Compartir para los desalojados por inundación en otro sector. 

En fin, se dieron muchas y muy variadas formas de apropiación, hasta la de los más necesitados que no tenían con qué pagar las cuotas establecidas por especuladores y que tenían que someterse a la doble tortura de tener que adecuar mínimamente los terrenos (desecar charcas o lagunas, nivelar, construir muros de contención, etcétera, y enfrentar las fuerzas del orden que pugnaban por sacarlos)"